22.6.21

Tecnocronopolíticas: agencias turbo, lentas y latentes

Cuarta sesión de El Vector en el Canódromo.



¿Cabe habitar la pregunta por la tecnopolítica en tanto que cronopolítica?

El procesado computacional de operaciones de todo tipo está anclado a una serie de asunciones con respecto a la dimensión temporal. Tales asunciones provocan la precariedad relacional que algunes han denominado crisis de la presencia. O dicho de otro modo: si al hablar de tecnología desatendemos la participación de una multiplicidad de manifestaciones --a menudo tensionadas-- del tiempo, estamos partiendo de una desatención radical a la potencia transformadora de uno de los vectores fundamentales en torno a los que se organiza la log(íst)ica de la existencia.

En esta sesión polirrítmica de El Vector, nos interesa prestar atención a la dimensión temporal con respecto a las composiciones semiótico-materiales (es decir, tecnológicas) que hacen al mundo emerger, suceder y sostenerse de determinadas maneras, y ciertamente no de otras. De este modo, cuestiones como "lo nuevo" en relación a lo tecnológico evidenciarán una contingencia tecnopolítica muy clara, y señalarán una tendencia a la innovación totalitaria en el ámbito de las experiencias más mundanas. El totalitarismo también anida en la lógica lineal del tiempo, asociada a la idea de progreso. Prestar atención a las temporalidades supone activar una sensibilidad cronopolítica ante la convergencia de velocidades o durabilidades. Las operaciones a velocidad inhumana de la hipercomputación, que le es propia al turbocapitalismo de plataformas, son coetáneas al implacable pero no progresivo advenimiento de la sexta extinción masiva. Los desplazamientos de escalas de tiempo (micro-meso-macro) convocan los matices de las teorías del antropoceno/plantacionceno/capitaloceno o, en general, a las conversaciones públicas activadas desde por ejemplo los estudios sociales de la ciencia y la tecnología, las humanidades medioambientales y/o el pensamiento crítico. En general, todas son zonas de indagación que toman en consideración la escala geológica de afección macro, condicionada por la industrialización y comercialización patriarcocolonial a escalas meso y micro. Y aunque la computación cuántica asimila efectiva y eficazmente la no linealidad de la dimensión temporal, su implementación industrial es tremendamente consecuente con el legado de las premisas del Proyecto Moderno. Los dispositivos culturales de la Modernidad aún condicionan (desplegando una violencia lenta demasiado cotidiana) las proyecciones lineales "hacia adelante" y "hacia atrás" en las formas celebradas por disciplinas tan dispares como el diseño especulativo, la ingeniería inversa o la arqueología de los medios.

Gracias a sensibilidades propias de las tecnociencias trans*feministas, la lucha anticolonial, los señalamientos desde la militancia anti-edadista, tullida o neurodivergente, la solidaridad interespecies y las prácticas queer (por nombrar solo algunas), podemos desvincular los valores desarollistas, progresistas, antropo-euro-andro-cis-centrados e Historicistas universalizantes de las conceptualizaciones sociotécnicas que urge tener. De este modo, podremos darnos el tiempo para detectar, observar y problematizar con qué protocolos, infraestructuras, dispositivos, técnicas, tecnologías y/o herramientas se co-constituyen nuestros modos de existencia.

Kris De Decker, desde la escritura y manufactura de la web solar de Low Tech Magazine en Masnou, puede ser considerado como un trabajador del tiempo fuera de quicio. La condición de "baja" tecnología es una condición siempre relacional, dado que dependiendo del espaciotiempo de enunciación, el estándar socioeconómico de alta tecnología estará colocado en un punto diferente. De Decker se alinea con la sospecha de que, a menudo, posibilidades interesantes emergen cuando se combinan tecnologías socialmente leídas como antiguas, con materiales o conocimientos más recientes; o cuando se aplican conocimientos tradicionales a tecnologías contemporáneas. La suya es una práctica emancipadora en medio de lo que Donna Haraway denomina informática de la dominación. Ante el monocultivo de los tiempos propios del turbocapitalismo más feroz, que afectan técnicamente a ámbitos tan dispares como el doméstico, el educativo, el de la administración pública, el del urbanismo o el de los movimientos sociales, urge probar velocidades más oportunas que nos permitan entender de qué latencias, implicaciones e interrupciones dependen las formas rígidas de agencia que en el día a día articula nuestro ser-con dispositivos.

 

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