Un vano -hueco o luz- en una construcción o estructura puede
referirse a cualquier apertura en una superficie compacta. La densa
compactación del entramado patriarcal a escala local es fácilmente
identificable al vivenciar las formas de funcionamiento de sus
instituciones, y el reparto de cargas en el seno de las mismas. El vano
no es un vacío, sino la posibilidad de medir la distancia entre los
apoyos de un elemento estructural. El racismo, el sexismo, la homofobia,
la transfobia, el edadismo, el capacitismo o el especismo son elementos
estructurales que marcan distancias respecto a la experiencia de
solidez de las vidas que merecen la alegría de ser vividas.
Las puertas de las instituciones
son arcos de triunfo: producen el espectáculo local y autocelebratorio
de comunidades triunfantes al invitar e incentivar el paso ligero de
quien solo callando pertenece. Al atravesarlos, los muros afirmarán que
ahí todo lo hacen “para la transformación social”.
Podríamos abrir grietas, pero querríamos también atravesar vanos. No vanos diseñados para celebrar el triunfo de los
sirsde
la marca cultural de la ciudad, sino aperturas recuperadas para
celebrar la potencia afirmativa de luchas interseccionadas. La potencia
de las luchas de atravesamiento de muros institucionales que por su
componente simbólico para algunos lucen como arcos de triunfo listos
para ser celebrados.
El hueco que dejan los cuerpos cuando se retiran de una estructura.
La luz que atraviesa la mirada de alguien que ya no puede no ver las
violencias.
Acarrear capital simbólico de un lado a otro de las estructuras.
Extraer, inyectar legitimidad de arriba hacia abajo. Estraperlo
patriarcal y colonial cuando el arco que para algunos es un monumento al
triunfo y un reconocimiento a su supervivencia, para otras es un
checkpoint o una aduana de materialidad rugosa, pegajosa, hiriente,
excluyente o directamente incapacitante. Ni techos de cristal ni de
cabeza contra el muro: las luchas transfeministas en Barcelona serán
autolegitimantes o no serán. Abren vanos, luces, huecos en las
instituciones que siguen al cuidado y defensa de tantos agresores.
Así se yergue un arco. De qué triunfo, del triunfo ante qué o sobre
qué. No son puertas que definan el dentro-fuera. Son estructuras que
determinan las condiciones semióticas y materiales de lo que se
considera triunfante para cierta comunidad, en cierto territorio, y
sometida a ciertas normas de gobernanza. Arcos de triunfo hay por todas
partes. Arcos de triunfo moleculares nos constituyen. Las genealogías
que pretenden que alarguemos no son más que largos paseos bajo sus
robustos arcos. Las herramientas de innovación totalitaria no son más
que puntales para el sostén de sus alturas.
[co-escrito con Lucía Egaña y tantas otras; texto completo publicado en a*desk (Xavier Acarin ed.): https://a-desk.org/magazine/triunfar-en-vano-no-de-connivencia-km-0-y-estraperlo-simbolico/ ]