Dice V. Monroy que él no escribe, que a él le gustaría pensar que lo
que produce “tiene que ver con su tiempo y no con la literatura”. Una
premisa similar podría serle aplicada a Mariano Blatt. Y a ambos, con
ello, una posición señalada y consciente en el mapa de cambios de
contextos de la escritura; en el mapa de virus y vídeos y memes y
generaciones en tránsito de disociación de lo que había en lo que habría,
o en lo que de hecho hay pero vive fuera de las clasificaciones que en
ya otro mundo, con otras costumbres tiempo-espacio, sirvieron para
entender, recibir y generar el arte como Arte, la poesía como Poesía.
¿En qué podría consistir el costumbrismo poético de un mundo que podamos llamar nuestro?
Igual en lo de las discos, los bailes, lxs chicxs guapxs/lindxs a lxs
que quieres besar, o saludar por la calle, u oler por debajo de la
remera/camiseta; un poco de md, un poco de…
todo lo que digo es porque pasó
o porque quise que pasara
Hechos
de la realidad. Costumbres de época. Más que creencia, cuerpos y
deseos. Y su retrato nítido, si ha de tomar texto; su registro más que
su recuerdo; su construcción experiencial: en condensación y en vivo.
Porque el presente continuo no existe salvo encapsulado en el flash de
la droga, en el cruce de ojos en el baño, la estroboscópica, el olor un
segundo, el viento en el flequillo de ése/ésa/ésx, y un verso afinado
para nombrar lo que parece que existe. O acaso, si es que no, para hacer
existir lo que pareció que no existía porque no había sido dicho.
Lo
nombras, se va, se queda, se va. Y casi que nunca sale bien –cuidado
con eso– casi que siempre roza la cursilería de una autorreferencialidad
mate. Pero si triunfa y captura la sensación de ser joven en una acera,
parado, desafiante del universo con su belleza lampiña-o-frondosa y
dorada, consigue esta escritura del tiempo tan acertada como la que
pueda detener-retener el preciso momento en que una experiencia se
agarra del mundo, del famoso afuera y del famoso adentro. Es decir
logra, en el panorama de ansiedad, consumo y desconexión epocal, un
brillito de verdad física. De puro estar. Un brillo que puede decir que
“la vida era entonces una cosa real / porque pasaba una parte adentro
mío / y otra un poco más afuera / justo arriba de la cabeza / como un
tubito de luz amarillo que a veces crecía / y a veces se achicaba /
hasta casi casi desaparecer”.
Por esto es por lo que, de todxs lxs
poetas posibles, el catálogo de la Banda Editorial Silvestre empieza
con Blatt. La publicación de EMOTION, en nombre de la Silvestre, viene a luchar contra el NO NOS VAMOS, NOS ECHAN
que opera desde hace décadas en la edición del trozo de arte
textual/lingüístico que en el Estado de España ha tomado por nombre poesía. Algo
así como entrar en una pista, mirar de frente y engarzar con los deseos
verbales de al menos una generación, definida por filtraciones de
mundos y no por años de nacimiento, es la operación propuesta. Una que
viene a ganarse para la lectura el placer de lo que habita en la lengua &
la toma de poder sobre las maneras en las que la lengua habita los
libros, las páginas, las tipografías, las portadas y papeles.
Tan alto y tan fuerte y tan dentro de lugar – así nace una banda editorial silvestre.
y hacen un tumblr
y hacen un hotglue
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