Damos comienzo en colaboración con Higo Mental al proceso de investigación-arte Infras Antifas, gracias a una Beca Barcelona Crea.
Img: David Benqué |
¿Sabemos reconocer las estructuras microfascistas en los ámbitos cotidianos? ¿Qué define a una infraestructura, y en qué medida su uso o asimilación participa de lógicas fascistas? ¿Qué impacto tienen la operaciones corporativas en la llamada innovación totalitaria que nos viene impuesta en los detalles más mundanos? Infras antifas es un proceso de investigación en marcha alrededor de estas preguntas con el fin de elaborar una serie de herramientas que nos permitan, por un lado, identificar las derivas microfascistas en nuestros hábitos tecnológicos y, por otro, ofrecer una respuesta a las mismas. Consideramos que el proyecto puede encajarse en las artes visuales, en tanto que son estrategias del campo artístico y visual las que se utilizarán tanto para el proceso de investigación como para imaginar y prototipar el conjunto de herramientas.
Este proyecto pretende arrojar luz —con una sensibilidad trans*feminista— sobre cuestiones a menudo invisibilizadas en los debates en torno al auge de los fascismos. Si bien en los últimos años se ha dedicado mucho esfuerzo desde el ámbito cultural y de la comunicación a entender cuáles eran las estrategias comunicativas de la extrema derecha, es innegable que el fenómeno en auge es demasiado complejo como para explicarlo únicamente desde esta dimensión. Los fascismos no solo se apoyan en una estrategia comunicativa concreta, sino que fundamentan su aceptación social y construcción o limitación de deseo en el campo de lo material. En este campo se encrudece la ideología de la escasez en la que nos encontramos desde hace más de una década y que refuerza tanto los discursos, mensajes e imaginarios fascistas y microfascistas como su materialización en la práctica. Uno de los ejes invisibilizados del ámbito material es el de la articulación tecnoecológica/infraestructural.
La articulación tecnoecológica/infraestructural contemporánea arroja una complejidad relacional para cuyo análisis probablemente no sean suficientes las perspectivas y análisis sociopolíticos más habituales (Mackenzie Wark), incluidas aquellas más sofisticadas en los ámbitos de la crítica institucional, económica, medioambiental o representacional. Aprendiendo de las tecnociencias transfeministas, urge una inventiva analítica y una imaginación tecnopolítica que provea con métodos más oportunos a esa articulación. Las condiciones semióticas y materiales de posibilidad en un entorno de daño acelerado y precariedad relacional altamente mediada computacionalmente, requieren primero nombrar el régimen patriarco-colonial del tecnocapitalismo como un régimen de resonancias y maneras evidentemente fascistas (limitación de la soberanía de individuos y comunidades, deterioro de canales públicos o autónomos de intervención democrática, universalización por vías de innovación centralizante de grandes poderes tecnológicos, fabricación sintética de escasez y opacitación de los procesos de introducción de dependencias y necesidades de impacto socialmente desigual que intensifican vínculos de exclusión/explotación/extracción basados en el racismo, el sexismo, el capacitismo, el clasismo, el especismo o el edadismo). Pero después de nombrar los fascismos y microfascismos, cabe preguntarse por qué modos de diversificación, ensanchamiento de posibles y florecimiento de tecnodiversidades (Yuk Hui) pueden contribuir a lo que cabría llamar "tácticas infraestructurales antifascistas".
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